Mirándonos con su proa, el barco La Ola, a veces, mostrando la luz de su lomo blanco, ese blanco que torna en puro ante el reflejo del sol, cada día, en los rostros de los marineros, tantas veces Manuel, nuestro cheff master, como patrón.
A resguardo del poniente, ese que es temporal en el estrecho, y que afortunadamente frena un poco nuestra Punta de Escullos. Pero hay distancia para que se vuelvan a formar olas, y el lateral de La Isleta donde está nuestra casa familiar, mira a levante. Un fondeadero ideal que nos recuerda nuestra esencia: Ofrecer el mismo mimo y cariño a su visita que el que daba la abuela, con la mejor calidad, “del mar a su plato” 🤗
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